Era una mañana cualquiera,
me alistaba para salir rumbo a la universidad, el día mostraba su tedio ante el
clima irregular, quería llover, al terminar de alistarme escuche a alguien
golpear la puerta, estaba sola por lo que aquel sonido se escuchaba con
bastante fuerza.
Baje al primer piso y mire por la ventana junto a la puerta, era Ian, un compañero de clases, no muy popular, aunque vive cerca para mí fue sorpresa verlo y más a las nueve de la mañana pues por lo general siempre llega tarde a clases.
Baje al primer piso y mire por la ventana junto a la puerta, era Ian, un compañero de clases, no muy popular, aunque vive cerca para mí fue sorpresa verlo y más a las nueve de la mañana pues por lo general siempre llega tarde a clases.
-Hola Erika, pasaba por aquí
y recordé que vivías en este sector, no se si te molestaría que tomemos el
mismo bus hacia la U- comentó con esa expresión de estar dormido que lo
caracteriza.
-Claro- sonreí –Pero espérame-
abrí la puerta invitándolo a tomar asiento en la sala –Aun no estoy lista-
En realidad si lo estaba, pero quería hacerlo esperar.
En realidad si lo estaba, pero quería hacerlo esperar.
Entonces regresé a mi
cuarto, únicamente a tomar mi morral y verme nuevamente al espejo para
asegurarme de estar bien arreglada, había tardado veinte minutos en peinarme;
entonces baje por las escaleras y vi a Ian recostado en el sofá, parecía dormido
o que se iba a dormir, pensé en hacer una travesura, en tirarle agua fría encima
o gritarle al oído para asustarlo, sin embargo algo me detuvo, otro tipo de
travesura… vi su bulto bien formado por sobre el pantalón, a decir verdad él es
bastante simpático aunque en medio de lo dormido no podía fijarme en eso de él
pues suele comportarse como estúpido, sin embargo verlo dormido despertó mi tentación.
Abri lentamente el cierre de
su pantalón esperando no se despertara, en no más de diez segundos logre mi
objetivo y vi ese miembro, no muy grande, grueso pero si cabezón, con esa forma
que me vuelve loca, bueno… a cualquiera.
Y no estaba erecto, en ningún momento supe si Ian estaría despierto cuando desnude su apetitoso pene, yo diría que si, escurría baja por el borde de sus labios, sin embargo ello no era lo importante, me recosté a su lado y bese su pene suavemente como si se tratara de sus labios, bese su cabeza… deliciosa, en ese momento lo sentí despertar, quizá no esperaba él encontrarnos en esa situación.
Y no estaba erecto, en ningún momento supe si Ian estaría despierto cuando desnude su apetitoso pene, yo diría que si, escurría baja por el borde de sus labios, sin embargo ello no era lo importante, me recosté a su lado y bese su pene suavemente como si se tratara de sus labios, bese su cabeza… deliciosa, en ese momento lo sentí despertar, quizá no esperaba él encontrarnos en esa situación.
Sin importarme el momento
tome su pene con mi diestra y lo introduje ya muy erecto en mi boca a la par de un suspiro de
él al sentir como su delicioso miembro era victima de mis labios al empezar a chupárselo empapandolo en saliva,
sentía un morbo incomparable en esa sala, y un placer inmenso al degustarlo, no
quería soltar tan apetitosa carne y empecé a chupárselo con más fuerza, cerré
los ojos y nada me importó, únicamente los suspiros de él adornaban el momento,
me tomó de la cabeza, en ese momento pensé en mi peinado, pero prefería cambiar
ese pensamiento por el delicioso semen que iba a recibir.
Sus gemidos eran inspiración
para mi, que no dejaba de comerme ese miembro tan exquisito, jamás pensé sentir
tanto placer junto a Ian, cuando de repente lo sentí derramarse en mi boca,
suspiré para mí misma y deje llegar ese
caliente y delicioso semen en mi boca, lo saboree y lo pase para alimentarme de
él, estaba muy caliente y viscoso, apenas rebosaba por mis labios, con mi
lengua recorrí mis labios lamiéndome para no desperdiciar ni un poco de esa
deliciosa leche y sonreí, delicioso
Él apenas me vio sonriente pero agitado, nadie esperaría una mamada en la sala de la casa de una de sus compañeras, compañera que ni lo saluda en la universidad.
Él apenas me vio sonriente pero agitado, nadie esperaría una mamada en la sala de la casa de una de sus compañeras, compañera que ni lo saluda en la universidad.
Apenas cerró su pantalón, le di un corto beso en sus labios con los míos aun empapados de su semen y
nos fuimos rumbo a la universidad, aquello ahora solo vive en la memoria de
ambos.